Thursday, January 23, 2014

Cocina sonorense

Naturaleza muerta

Allá al fondo de la cocina antigua,
la cocina rural que tanto añoro
al filo de la sementera,
donde todo es tan diáfano, oloroso, saturado de efluvios
del alba y el barbecho,
donde se goza el bienestar del alma
después de la fatiga cotidiana…
Allá al fondo,
en el sacramental rincón de los tesoros
y los cuentos,
donde se cuelgan las sartas opulentas
del chile colorado
y la ristra de los ajos nacarados,
junto a la leña seca y los sacos de guangochi
repletos de garbanzo, de trigo y de frijol…
Cerca de la ventana que alumbra la morada,
hay una mesa tosca replegada en el muro,
como un altar de pino,
colmada de indulgencias…
Abajo está un rimero de bules marfileños
taponados con jilotes,
enormes calabazas bruñidas por el sol,
mazos de alfalfa mustia húmeda de sereno,
sobre una refulgencia de dátiles maduros,
y jícaras doradas de panzas tornasol…
Y encima de la mesa la regalería,
la fiesta prodigiosa del verano,
las talegas del pinole,

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